martes, 17 de abril de 2012

Amparo purpura

Vamos a imaginar por ejemplo que existe una asociación llamada 3REP. Esta asociación ficticia se define republicana y cumple con todos los requisitos para percibir subvenciones estatales como ONG.

Un día cualquiera, su presidente decide dar una rueda de prensa, nunca en prime time. Sala totalmente blanca sin ninguna ornamentación y se despacha agusto contra el Rey, la monarquía y todo ínclito personaje que él, y sus correligionarios, entienden verdaderos tumores a extirpar.

A parte de supongo yo salir fuego de sus pies, cortar la emisión antes de finalizar su elocución la fiscalía con total seguridad actuaria de oficio contra tal organización. Esta asociación quedaría tan cuestionada que muy probablemente cesarían para ellos todo tipo de subvenciones estatales, su presidente tendría que responder ante la ley, temiendo incluso por su propia libertad.

Ahora bien si todo esto lo hace un tipo con gorro de pico, en un púlpito, escoltado por un crucifijo y en la televisión pública, da igual que los términos sean tan anticonstitucionales como los del imaginario presidente de 3REP. Que la libertad sexual este reglada en la Constitución y arremeter contra ella no es suficiente para que el obispo parlante acabe remangándose el habito para sentarse en el banquillo. Si me apuráis hasta habrá sido aplaudido por la judicatura…ahhh no!!! que no pueden porque todavía tienen entre sus manos algún expediente pendiente para juzgar a un juez antifranquista…

Y llegados a este punto me siento hasta ridículo pensado y alegando en conversaciones que EssspaÑa es una sociedad laica y aconfesional. Creo que es utópico pensar hoy por hoy en esa realidad, con lo cual me parecería suficiente tener una sociedad más justa, en la que tener un Dios por bandera no sirva para que cualquiera pueda soltar bravuconadas y sin sentidos por mucho pulpito o purpura que lleve.

Escribo y niego con la cabeza, recordando lo poco que cuesta a un cura eludir la cárcel en casos de pederastia como para pensar que el prelado de Alcala reciba reprimenda o sanción alguna.

…y otro día imaginaremos un país en el que un nieto se dispara un pie, el abuelo se rompe la cadera cazando elefantes en un lejano país mientras su yerno está imputado por robo y estafa al estado del que el abuelo es jefe de estado. ¿Suena a Hermano Mayor?

martes, 10 de abril de 2012

El día que vi Matrix

Hoy queria realizar una pequeña demostración y como toda beduina demostración debo partir de una premisa irrefutable: “las croquetas de mi madre son las mejores del mundo” y como anexo a esta verdad la contestación, no menos cierta e universal que mentalmente estaréis repitiendo “las de la mía son mejores, seguro”.
Añadiré también que soy de los que piensa que si alguien sabe hacer algo mejor que tú para que evidenciar y ofrecerse a todo tipo de correcciones, por su parte. Mejor dejar disfrutar de su maestría a cada maestro.

Con estos datos jamás sentí, ni había tenido inquietud alguna por hacer una croqueta. Tenia decidido no meterme en ese mundillo mientras mi santa madre, una eminencia en el tema, no estuviese en la gloria…y es que las hace tan buenas y las coloca tan bien en el tupper que para que meterse a zacolero como ella dice.
Aún así el otro día, caprichos del destino, abrí inocentemente la nevera para picar algo. Ante mi carne de cocido dominguero(heredado), huevos y leche. Para mi sorpresa no los vi por separado, no! al más puro estilo Neo en Matrix vi "cocretas”. Ojiplatico ante semejante revelación gastronómica. Evidenciada esta por la ausencia alguna de alteraciones extracorporeas que me hiciesen dudar, Semana Santa que era y la poca gente en Madrid que habia hicieron el resto. Sustitui de inmediato la chupa de cuero por el mandil, la pastilla azul por la de avecren y me puse manos a la masa.

La primera parte parcialmente sencilla picar un poco de esto, un poco de aquello, harina, leche, remover para hacer la masa y pase que pase quedo con pinta de masa de croquetas. Tan bien parecida era que a punto estuve de cometer uno de los errores de mi vida; llamar a mi beduina madre para dar por cerrado el trato madre-crocreta-tupper. Menos mal que no lo hice o que ella comunicaba porque el secreto de las croquetas no está en la masa, no! esta en hacer esas bolitas semiredondas, semiovaladas...

Describo la situación, sobre la encimera huevo batido, pan rallado y una masa de croqueta más que digna…pero se necesita algo más que eso para entrar en el Olimpo de las croquetas, se precisa de algo más para hacer bolitas una a la imagen y semejanza de la otra. Para mí, después de no poco rato, mucha cabezonería y alguna consulta al oráculo google resulto imposible. Acabaron todas diferentes, irregulares  y con pinta de mini escarolas empanadas…frustante pero demostrado.

Apure la cerveza que quedaba, restituí la chupa de cuero, cogí mis gafas de sol, deguste una última croqueta y salí hacer el crápula.
Y es que cada maestro debe disfrutar de su maestría.

miércoles, 4 de abril de 2012

Retrato de Katia

Se conocieron, hace tanto en la universidad.
Katia una preciosidad de pelo largo y negro recorriendo sus hombros e intentando atrapar inútilmente entre mechones toda la belleza desprendida de un rostro dulce, entregado a una sonrisa eterna.
Ernesto un estudiante de empresariales de pelo largo rizado, escasa barba y aspecto de cantante de los Door’s. Acompañado siempre de una guitarra que ayudaba a soñar con otros lugares mientras fingía estudiar. Cualquiera mejor que las finanzas.

Pronto congeniaron. Apuntes por aquí, música de importación por allí, tardes de biblioteca, cine de autor soportable solo por la compañía y dos cursos después eran inseparables amigos.
Ambos aprendieron a caminar sobre el delgado hilo que convierte al amigo en pareja de ropa por el suelo, gemidos compartidos y ansiosos besos sin final, pero eso, era para otros ellos siempre miraban de frente al amigo.

La vida corría rápida…se miraban, se querían a su modo. Otras mujeres, otros hombres fueron cruzando sus vidas y el horizonte de su amistad siempre a prueba de amaneceres en compañía; confidentes, salvavidas, hombros sobre los que llorar, primer teléfono al que marcar cuando la vida sorprendía;
-          He conocido a un hombre formidable.
-          Ya era hora, mentía él.

-          Me he enamorado.
-          Espero que ésta sea la buena, también ella aprendió a mentir.
Y un día la mentira transmutó en verdad y llegaron las parejas, los amores ajenos, ladrones e insensibles. Y se creyeron mejor lejos, de tentaciones, de inseguridades, de ganas de sentir.

Llegaron los hijos y la madurez mientras la vida se diluía entre rutina y rutina. Aprendieron la forma de encontrase de la misma forma que un rio siempre encuentra el mar, aprendieron a tener otra forma de añorarse, de quererse, de sentirse; un correo, unas vacaciones en familia con el viejo amigo de la universidad siempre reservada velada para dos y quererse sin quererse para olvidarse sin hacerlo….la vida seguía, cada vez más rápido….y cuando las canas pintaban de pimienta blanca su ya poblada barba, la llamada del ladrón.

 Katia está muy enferma y quiere verte. Un billete pagado con prisa y nudo en la garganta. Un interminable Moscú-Madrid. Cuando llegó era tarde. Katia se había marchado y ésta vez para siempre. “Ella quería que te diera esta carpeta” en los ojos del viudo se diluyó, junto al abrazo sincero, el viejo recelo de quien siempre creyó leer entre líneas. En la carpeta una sola palabra. Universidad. Viejos papeles y olvidados apuntes pero en el lomo, pegado con celo amarillento, un arrugado y viejo dibujo hecho a bolígrafo.
Un rostro inconfundible. Una sonrisa inabarcable, pelo oscuro y distraído. Con el corazón desbocado como un caballo salvaje, los ojos llenos de lágrimas, una mueca de algo parecido a una sonrisa recuerda el día que hizo despistado, en el aula aquel dibujo. Cierra los ojos y siente que no ha pasado ni un segundo de aquel instante, que no ha dejado de quererla, que no han dejado de quererse sin quererse. Aquel retrato de Katia como tantos otros terminó hecho un ovillo en la papelera, aquel fue el primero, él jamás se lo dio ella jamás se lo dijo…