jueves, 31 de mayo de 2012

La visita

Anoche vinieron a visitarme unos amigos, no los esperaba; vino el escritor de éxito retirado en busca de la perdida costumbre para escribir poemas, con esquejes de felicidad. El eterno estudiante y aprendiz de revolucionario que me llevó por más de diez caminos y nunca supo nada sobre el pan y la tierra. Pasó por casa fugazmente la actriz estrella de moda adicta al sexo que fue madre y tardó décadas en saberlo. En una esquina se arrincono el hombre taciturno de traje gris, que camino de la madurez perdió a un ser querido y con él las asas para agarrar la vida sin estar en vilo. El abuelo y su nieto, que contaron entre risas la gran aventura que fue conocer el mar, juntos. El grupito de colegas que camino de la madurez se enfrentaron al reto de sus vidas: hacerse mayores. El cocinero empeñado en recuperar los sabores, no digitales. Y, ¿cómo no?, el gigoló, parapetado en los hombros de una actriz de moda, su primer amor, mientras una pelirroja de mirada inquisidora sonreía a su lado.
Vinieron todos.
El coleccionista de piedras. El hombre del tiempo secuestrado en el por fallar una predicción. El emigrante que vivió dos vidas, la de exiliado del hambre y la que quedó y creó en su cabeza en aquel pequeño pueblo soriano. El joven escritor que logró colocar el cartel promocional frente al despacho de su antiguo jefe. El escritor de telenovelas defenestrado por asesinar al protagonista. El indigente que sonrío al cazar una estrella en lo alto de un edificio, justo antes de que la muerte lo pusiera frente al reflejo luminoso de un charco. La mujer que miraba el cuadro presa de su propio salón, y encontró, décadas después, una puerta escondida por la que fue capaz de escapar. El hombre que perdió en un accidente a su mujer y guarda la chaqueta del desconocido que la acunó en sus últimos suspiros. El amigo amputado que consiguió por fin un trasplante para su mano y al descubrir que era la de un asesino corto por lo sano. Los futbolistas que hicieron penalti en el último minuto. La mujer que buscaba y probaba, hasta que encontró, el pene perfecto que regalarle a su marido antes de marchar…estaban todos!!…

…horas más tarde todavía de noche me he despertado y no quedaba ninguno, solo restos de su olor en mi nariz. No recuerdo de que hable ni siquiera recuerdo haberlo hecho con ninguno. Solo que han venido a visitarme, no dijeron cuando volverán pero los espero porque se que vendrán. Sonriendo he vuelto ha dormir.