lunes, 6 de agosto de 2012

Quien pudiera reir como llora Chavela.

Después de un largo fin de semana desconectado del mundo, sin olimpiadas, móviles, televisión, ni radio he vuelto a la realidad con una bofetada, rápida aunque esperada.

Desayunaba como tantas otras un café de bar antes de entrar a la oficina…las mismas caras y de sonido de fondo la televisión recordaba como un tal Usain Bolt corría cien metros en poco menos de diez segundos, toda una hazaña que le permitira llegar a la parada del autobus unos segundos antes que yo...pero la vida no son esprines, si no batallas y carreras de fondo. De eso sabía y nos ha enseñado mucho ella, la protagonista de siguiente noticia, la que ha hecho cambiar mi día...oía, perplejo que ayer domingo en mi ausencia “Se nos fue Chavela”. Sin pausa para ni siquiera poder volver a pestañear sonaba su Llorona, veía su poncho rojo y su pelo blanco. ¿He oído mal? Podría y debia haber sido, pero no, era algo que se esperaba ya.

Se fue la Chamaca como lo llamaban...esa de pelo de plata y carne morena; mestiza ardiente de lengua libre, gata caliente de piel de tigre…quien pudiera reir como hasta ayer lloraba Chavela.

Con la piel de gallina he tenido la necesidad de pedir un tequila a su salud, con una sonrisa como debía ser lo he saboreado sin limón ni sal, recordando las palabras que nos dijo a los que la escuchabamos en la Sala Sol hace ya más de 10 años; nos señalo, nos miro y nos dijo “Amantes míos y aficionados al jugo del agave. Beban, beban tequila pero sepan que eso que se beben es tequila del malo, el bueno ya me lo bebí yo”…Y es que según ella misma dijo que en su visita al infierno, bebió cerca de un millón y medio de botellas de tequila.

En los últimos años ha tenido, homenajes, color amarillento, chaleco y silla de ruedas, siempre llevo zapatillas de deporte, esplendido pelo blanco y gafas de sol. Últimamente todo y todos pareciamos estar preparados para visita de trágica muerte, seguro que todos menos la difunta.

Rendía explicaciones a nadie desde 1919 y desde entonces la muerte entro y salió de su habitación al amanecer, nunca se quedo a dormir, hasta este domingo. Seguro que para ella, aquella amante, no tenía aspecto de dama huesuda, con capa negra y capucha. Habrá tenido el aspecto de vieja amiga con la que se libran mil batallas, con la que se flirtea en cada cantina y a la que después de mucho tequilear, fumar y parrandear, le das esquinazo una mañana. Para regalar al mundo otro poco de mucha Chávela.

En los últimos años he visto Almodovar, Sabina y otros tantos grandes declararle su amor y querer ser sus novios, maridos y amantes…pero esta mañana, después de la noticia y al intentar escribir algo sobre ella. Me ha venido el recuerdo de una entrevista en la que ella misma contaba con voz todavía más quebrada y ayudada por el periodista que de todos los días de su vida, el peor, el peor de todos sus días fue cuando murió Jose Alfredo.

Aquel día Chavela se presento en el palacio de Bellas Artes donde estaba su cuerpo, se apoyo en un rincón y se deslizó hasta quedarse sentada en el suelo frente al féretro. Una, dos, y tres botellas de tequilla bebió junto al que fue su gran amigo, no hablo, no lloro, no dijo nada. Solo bebió una vez más con él. Quisieron echarla por borracha pero la esposa de su compositor se levanto, aparto a la gente que la rodeaba y les grito “dejarla, solo esa mujer está sufriendo tanto como yo”.

En las últimas semanas y desde su última visita a España a donde vino para rendir homenaje a Garcia Lorca, teníamos la impresión, aquellos que la seguimos que en cualquier momento se apagarían las luces, desaparecería como ha sucedido de esta selva la eterna anciana.

Seguro que en el último momento abandono por fin su chingada silla de ruedas abrió los brazos para desplegar por última vez su inmenso poncho rojo susurrando por última vez ese ponme la mano aquí Macorina, tú ponme la mano aquí…y en ese momento y por última vez en la oscuridad el cañón de luz habrá iluminado, inmóvil, el mejor Cristo que se haya visto sobre un escenario. Y en ese instante saltando del patio de butacas habrá saltado la muerte, su última amante para acariciar sus manos y robarnos su voz.

Nos dijo en su última visita “He venido a pedirles que no me olviden “.

Gracias Chavela.